viernes, 23 de julio de 2010
Carnavalife Crisman.
En una galaxia llamada Eufórida, había una nebulosa que estaba en plena expansión, dentro de ella se estaban empezando a encender algunas de sus estrellas...
Una de esas estrellas era un mini sistema solar con solo 4 planetas: dos de fuego, uno seco como una roca, y el cuarto….el cuarto era brillante y hermoso, lleno de vida.
En este pequeño planeta llamado Crisman habitaban Los Crismanes, pequeñas personas de carácter muy especial.
Cada Crisman cumplía un rol especial con el cual ya nacía y era necesario para darle vida día a día al pequeño plantea, ya que, a diferencia del resto de los planetas, éste por su hermosura no llegaba a poder cumplir con sus funciones de planeta, sino que necesitaba energía simbiótica de sus habitantes.
Cuando un Crismán dejaba de cumplir su tarea por un día, el planeta se detenía causando un efecto de envejecimiento en todos sus habitantes, lo cual era terrible ya que en un día de estos producía un envejecimiento de 4 años para cada Crismán que contaba con 23 años de vida.
Para mantenerse todos felices recurrían a sus amaneceres colmados de colores azules
Turquesas, donde todos los Crismanes levantaban sus pequeñas manos al cielo para cargarse de energías.
Cuando el sol caía volvían a elevar sus manos para dejar ir todos sus colores y así teñir
al planeta de brillantes auroras polares.
Para el planeta Crismán, que se valía con lo justo para mantenerse hermoso, una fuerza maligna ejercía una fuerza justa para llegar a un equilibrio de cosas buenas y malas.
La profecía relata que cada 14 años, nace un Crismán Malo que se encargaba de desequilibrar las cosas para que el resto.
Un día, este profeta Crismán Malo decidió tocar algo que nunca nadie antes había tocado, algo sagrado para Los Crismanes: La Caja Fanítula, una pequeña caja poderosa de contenido misterioso y desconocido para cada habitante.
Crisman Malo no solo decidió mirar lo que había adentro, sino que, sin querer quizás queriendo la rompió y de ella saltaron todas las emociones que componían al planeta.
Corrían, entonces, llantos donde tenían que haber sonrisas; había peleas en vez de abrazos; cosquillas molestando a los enojados; y vergüenzas sonrojando a los divertidos.
Todos estaban tan alarmados con lo que había pasado que decidieron detener sus tareas para ponerse a juntar las emociones que corrían por doquier.
Rápidamente los días-años fueron pasando en ellos, se volvían viejitos ya sin fuerzas para poder seguir corriendo a las emociones.
Una rebelión pronto surgió. Los Crimanes decidieron dejar a las emociones ser y seguir con sus tareas a pesar de la existencia de ellas.
Con el pasar del tiempo, se dieron cuenta de que no era nada malo tener emociones correteando por ahí ya que hacía de todos sus días un día distinto al anterior y sus rutinas podían cambiar de color día a día.
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