viernes, 23 de julio de 2010

Enloquecidamente enceguecidos y tranquilamente felices.


Aquel día que las nubes se cansaron de flotar, los seres del planeta La Tierra, al levantarse, creían haber muerto. Enceguecidos gritaban que este era el dia del Final Juicio. La mayoría no podía ver ni a un metro, muchos no veían sus manos y creían haber sido mutilados, otros comenzaron a pensar que eran fantasmas.

Sin embargo, un pequeño grupo de gente no se dio cuenta del cambio. Amanecieron felices, y no se dieron cuenta de la tragedia que su pueblo veía.
Los Felices podían ser vistos todas las noches dándole vueltas a la Luna. Pero si alguna noche alguno se quedaba dormido soñando con Ilusiones al otro día se levantaba más enceguecido que los mismos Enceguecidos y la niebla se tornaba oscura.

De a poco, los Enceguecidos empezaron a exigir sus posesiones, porque en realidad sólo eso les preocupaba, y maldiciendo que ciegos no podían encontrarlas, desataron el caos. Los Felices se mantuvieron callados por unos pocos minutos viendo a los otros lanzar puños a la niebla como necios, hasta que uno de ellos decidió hablar con todos los seres. Y para esto, se subió al Sol.

Desde allí relató unos cuentos hermosos que nadie entendía y hablaban que la tierra y cielo eran lo mismo. Que creían haber conocido personas que eran Ángeles, recorrido lugares que parecían paraísos y vivido cosas que en las que duda todo lo que sabe.
Por ultimo, Feliz, intentó calmar a la gente diciendo que la Tierra y el Cielo son lo mismo, y por eso, merecían vivir unidos sin importar sus diferencias de humores o complementos.

De a pocos los enceguecidos empezaron a adaptarse a la niebla, hasta que se hallaron en el disfrute de esta. Como era de esperar, los problemas siguieron, los Enceguecidos volvían a encontrar problemas, y hasta incluso, muchas veces seguían viendo la niebla, quizás hoy la veían de otro color.

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