viernes, 23 de julio de 2010

Un Levi muy Elvis


Si bien todos los cuadros tenían patas que los sostenían, más se movían los personajes dentro de ellos.

De noche, todos ellos se las ingeniaban para poder bajar, si bien no tenían escalera, todos tenían alguna característica que lo ayude a llegar al piso: largos gorros, interminables cabellos, piernas grandes o simplemente eran tan bajos que bajar un poquito mas no les costaba nada.

Para alguna extraña razón, todos disfrutaban de estar abajo juntos, dándose calorcito.
Sólo un personaje no lograba ir nunca: Levi.
Su mundo era tan imaginario que solo una cabeza podía bajarlo, alguna cabeza que tuviera el poder de imaginarlo, pero nadie allí parecía lograrlo.

Los personajes de la ciudad expuesta no tenían la cabeza para que semejante imaginación cupiera. Levi no sabía cuanto duraría su calvario de no sentir libre. Y se encontraba en una paradoja, ya que solo podía ser libre dependiendo de otro.

Intentó bajar de mil formas, hasta probó imaginarse a sí mismo abajo, porque hasta la propia imaginación puede imaginar, pero aún así solo consiguió flotar hacia un mundo en el cual había Levis, Elvis, Viles y hasta una Live, pero no logró mucho y solo volvió a estar.

Una noche decidió pintar un globo de fluorescente para ver si lograba captar la atención de alguien de abajo, quería hacerse notar, quería ver si alguien tenía la capacidad de mirar para arriba sin prejuicios ni confundirlo con un planeta más.
Fue entonces cuando el duende del cuadro 32 pispeando si la pitufina del cuadro 23 había salido, vio a Levi que era del cuadro 24, solo y llorando.

El duende fue hasta allí y tiró su gorro al óleo de Levi, pero Levi quiso decirle que debía imaginarlo y solo salió de su boca un: Elvis!
El duende, muy confundido, no entendió lo que este personaje quería decirle. Desentendido y cansado volvió a dormir en su bosque de rosas que su cuadro 32 presentaba.
Esa noche, el duende soñó entre pájaros y árboles, rayas y manchas, sombreros y corpiños, hasta que un ¡Elvis! logró escuchar a lo lejos. Era Levi que venía corriendo. Llegó hasta el duende y le dijo Popa! Empujándolo.
Juntos empezaron a correr dando lugar al juego. Después de idas y vueltas, Duende quiso popear a Levi, pero este se desvaneció. Al despertarse descubrió que no lo podía tocar, porque Levi está compuesto por ideas, no por moléculas.

Esa noche, Duende todavía aturdido bajó y decidió pedirle a un Sensible del cuadro 13 que estaba muy solo que intentara imaginar a un amigo fiel que responda al nombre de Levi, el Sensible cerrando los ojos muy fuertes comenzó a imaginarlo. Puso sus miedos, alegrías y emociones todas juntas y las mezcló y de ellas salió un animal jopudo de gran contextura.

Primero aparecieron unos enormes ojos y se cubrieron de pelo hasta el suelo, y luego una enorme boca con unos dientes muy afilados gritó Levi muy felizmente.
Levi pronto apareció "abajo", había logrado tomar una mejor forma, sin tener masa. Levi podía ahora, todas las noches, salir de fiesta, gracias a que Duende, Sensible y un par de personajes más, hacían volar su mente todos los días con cuentos de Levi.

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