miércoles, 11 de agosto de 2010
Ciudad Alegría a Oscuras por tres días.
Los habitantes de Ciudad Alegría se mantenían felices día a día por los vivos colores rosados y anaranjados del cielo. También el Alcalde había hecho unos manejes raros para colgar brillantes carteles con luces llamativas que iluminaban las espaciosas calles y reanimaban los ojos negros aspirinosos de todos los ciudadanos.
La civilización se encontraba, hoy, en el punto más alto de la pirámide tecnológica, y por lo tanto, en la zona más frágil. Cosa no percibida por los felices, que no veían más allá de su fanatismo por su propia alegría.
El martes 51, el electricista empleado y licenciado número 4233 se subió esa mañana al poste de luz de la calle verde para cortar el cable venenoso rojo, amarillo y negro. Pero cortó el blanco y la ciudad quedó en penumbras.
Ese día, los felices se mantuvieron entretenidos y tranquilos sentados en la calles compartiendo jugos de frutas, frutos y verduras con chocolate, que se mezclaban con historias graciosas y maravillosas de la gente mayor. Al día siguiente, vieron que sin luz seguían, y algo bajoneados, intentaron dormir todo el día, pero ruidos extraños comenzaban a atormentar a Ciudad Alegría.
Al tercer día, afloraron las cosas más inesperadas de esta historia. Los felices no eran ya tan felices, algunos arrancaban sus propias entrañas, maldecían al pobre Sol, sus lenguas crecían y los ahogaban. Lloraban y gritaban desenfrenados. La mitad de la población murió y, en desesperación, como animales salvajes empezaron a atacarse, mordiendo y mutilando a sus propios hermanos. Sólo pocos quedaron y la ciudad del arco iris, quedó en un rojo vivo, señal de mortandad.
Al día siguiente, la luz volvió por accionar de un interruptor, pero los cuerpos de los pocos felices que quedaron, seguían marcando mordidas profundas y sus caras, habían cambiado.
Quiénes somos? Decimos ser nosotros cuando estamos contentos y todo nos sale bien? Es verdaderamente esa nuestra personalidad, pero cómo puede ser si cambia tan drásticamente cuando estamos mal?
Los animales son los únicos transparentes, ellos incapaces de premeditar. Pero no es el hombre el animal más peligroso por tu don de pensar, e incluso, odiar?
Cuál es nuestra verdadera naturaleza? Es esta civilización? Somos acaso civilizados si nos quitan los placeres que creemos tener?
Quiénes somos realmente?
domingo, 8 de agosto de 2010
Juguemos
Recién me levanto y he vomitado toda la fiesta que tuve anoche, lamentablemente mi cuerpo no ha podido lidiar entre tanta angustia y fingidos de alegrías. Por esto, esta nota no se va a preocupar por embellecerse, será real. Porque la realidad que yo veo hoy es tan negra como planeo hacer esta nota.
El juego comienza cuando una pelota está en el suelo, sin jugadores no pica, claramente.
Y un solo jugador no puede levantarla. De manera tal, que para que esta pelotita pique, se necesita de dos jugadores. A veces, estos jugadores hacen que el juego vaya más allá de la pelotita….PERO OJO!!! La pelotita puede dejar de picar o incluso peor, picar como nunca, rebotando de jugador en jugador. Puede lastimar, desangrar, dar lágrimas, sangre y sudor, sacando de a poco la carne de nuestros cuerpos hasta no dejar nada. Porque eso somos, Nada!
Pero, esta pelotita de mierda es tan linda y nos hace sentir tan bien, que los jugadores nos peleamos por tenerla. Y cuando se la tiene, no se la puede soltar, mientras, claramente, el otro jugador, la desea. Porque siempre que un jugador tiene la pelota, el otro sufre por no ser el contrario.
La única manera de que la pelotita muera, es que deje repentinamente de picar, esto se debe a que sus jugadores cansados ya de soportar el pique en sus cuerpos desangrados, dejan la pelota en paz y queda en el rincón de la cancha esperando que otros 2 jugadores vengan a rescatarla.
Qué es la vida? Por una futura bióloga.
Hola, soy Coli. Sí. Y quisiera algún día proclamarme Bióloga. Siempre me han resultado sumamente interesantes las partes ínfimas de todo lo que compone este mundo, y esta es una de las razones por las cuales he elegido mi carrera.
Sin embargo, como uds. sabrán y han visto en la secundaria, La Biología es el estudio de la vida. Y por más irónico que suene, no tengo ni idea qué es la vida. Y aquí intentaré hacer un punto de vista de lo que percibo que es, pero igual creo que tiene demasiadas observaciones.
Siendo la mínima porción de vida, la célula, la podríamos considerar la suma de mitocondria, núcleo y muchas organelitas más, pero no es así.
La vida, desde este punto de vista, es el único ejemplo que he encontrado en mis pensamientos que NO significa la suma de sus partes.
Si ponemos estas partecitas juntas, definitivamente no nos dará la vida.
Casi parece calculado la manera en que se maneja esta pequeña forma de vida, incluso de manera tan organizada y direccionada, como un ser complejo como nosotros.
Por eso, qué es la vida?
Se supone que nosotros, los humanos, que somos seres VIVOS y capaces de razonar, tenemos que saber qué es? O quizás la vida se trate de no saber bien lo qué es.
La vida no es alegría, tampoco tristeza, no es dulce ni cruel, no tiene calificativo. No es justa, tampoco injusta. Es imposible catalogar a esta cosa.
La vida, según mi definición, es el paso del tiempo. Qué cosa loca el tiempo no? Mientras explico lo que es, ya se me escapó. El tiempo se puede definir, pero a diferencia de la vida, es Impercibible.
Yo creo, fielmente, que la vida es básicamente, Tiempo.
Es lo único que tenemos en esta tierra, Tiempo, segundos, minutos, horas, días, años y así, para expresarnos, disfrutar y amar.
Porque no hay nada, pero nada, más importante que disfrutar el tiempo de nuestras vidas sonriendo, amando y mostrando quién realmente somos.
La vida, señores amigos, es demasiado corta para escuchar a los demás, razonar e incluso pensar.
Tenemos que dejar de pensar para comenzar a sentir.
Y acá, ya me estoy yendo a un punto de vista filosófico de la vida.
La vida es el arte de locura hermosa de vivirla, de observar y maravillar, de crear y abrir los brazos, sentir el viento y mostrarte libre. Es el cambio constante de vivir la espontaneidad. Por eso, recomiendo, fielmente, no temer el cambio, el cambio implica tiempo, y por lo tanto, volvemos a lo mismo, Vida.
Lo único que me resulta realmente contradictorio a la vida y que incluso, atenta contra ella, es el amor.
El amor vence al tiempo, y por ende, también a la vida.
Estamos en la tierra para amar, yo quiero pensar eso, porque no he encontrado nada más importante que ello. Cada vez que mi corazón late fuerte diciéndome y mostrando mi destino, me siento muy viva y percibo todos los aspectos de la vida.
Amemos la vida, amémonos y amemos todo lo que se encuentra alrededor. Porque si todos sufrimos el paso del tiempo, entonces….todos estamos vivos por dentro, quizás no despiertos.
Dolor más grande que perderte es dañarte.
Como asesino serial culpable de una serie de asesinatos macabros, María no podía dormir por las noches. Daba vueltas y vueltas en la cama, entre pelos engrasados, estómagos vacíos que revelaban profundos sentimientos, maquillaje corrido y pies congelados.
La celda en la que se encontraba no mostraba más esos viejos fantasmas, sino ratas añejas que seguían ensuciando el lugar.
Culpable de un crimen lejano pero revivido recientemente, despertó por la caída de algún balde de agua fría para ver que tenía una carga en la espalda. Era un cuerpo estupefacto, realidad cruda del pasado.
La zona estomacal ardió más que nunca y sola se encontró. La carga no se alivianó ni aún en compañía de ratas.
Sólo un nuevo horizonte, un mañana de sol o una nueva sentencia darán el nuevo veredicto.
Pasaje al alivio - Labios Fugitivos IV
Similar a un fantasma blanco que se mueve como el viento, estaba la sábana de la habitación en la que se encontraban las 2.
Bajo telas jugaban a encontrar algo que parecían no tener.
No hay pasión en esta historia, simplemente dolor y sudor.
Ya que no implica amor, implica olvido. Necesitamos un pasillo, un pasaje, para cerrar la historia con algún muerto viviente. Matando con arañazos ilusiones grandes para transformarlas en ilusiones de bolsillo.
Por eso, estos gritos de placer, no eran más que el descargo de energía contenida dentro de esos cuerpos salvajemente rasgados, que marcaban hilos de sangre que rebotaba a cada movimiento.
Al final, el sudor reemplazó el amor y la sangre.
Y sólo un cigarrillo arrugado fue el protagonista.
viernes, 23 de julio de 2010
Muerto Viviente y Cadáveres del Armario Olvidado - Teoría conspiratoria del Amor
Debo admitir, antes de comenzar, que detesto todo que lo tenga las palabras Auto y Ayuda. Pero, sinceramente, he intentado ya varias veces comenzar este cuentito de otras maneras y todas han terminado en el rotundo fracaso criticado por mí misma, por ende, se puede decir que me Autoayudé y de aquí sale este mini relato, versión rápida y corta del amor.
Creo, sinceramente, que todos tenemos un muerto viviente, señores. Y es muy cierto. Yo lo tengo y conozco muchísimas personas que también. Como el nombre lo dice, me refiero a alguien que de alguna manera sigue vivo, quizás en alguna parte de nosotros. Pero sin embargo, otra parte ha muerto con esa persona. Esa parte puede incluir esperanzas, deseos, pasión; y hasta incluso tristeza, melancolía, nostalgia y muchos etcéteras.
Vale aclarar, que una vez muerto el viviente, no hay forma de darle vida. Podemos convencernos con algún cadáver que se pueda guardar en algún lado.
Lo más probable es que estos muchachitos sean incluso más importantes que el muerto viviente y hasta, que tengan más energía a pesar de nunca vivieron. Sin embargo, siempre lo guardamos y nunca lo enterramos. Y esto por qué?
Porque deseamos a veces vestir esa remera vieja y abrir ese armario olvidado.
Lo bueno de los cadáveres es que nos enseñan que si bien la muerte de un viviente es algo muy difícil de afrontar, se puede superar. Lo malo de los cadáveres es exactamente lo mismo que acabo de decir.
Una vez que se supera la muerte del viviente, estamos condenados a la eterna vivencia del armario olvidado. Porque tenemos que volvernos fuerte, no porque queramos, sino porque no hay otra manera de superarlo.
Sin embargo, quiero decir, que volverse fuerte por dentro y por fuera es una idea patética de la ley de la selva. Es vital, pero vital, seguir siendo uno mismo. Y hasta quizás, la única manera de volver a ver un viviente. Probablemente sea…la superación máxima de esta muerte.
Básicamente, lo que desea transmitir en esta teoría conspiratoria del amor, y conspiratoria porque intenta abolir todas las ideas del amor, es que hablo de 2 amigonistas: siendo el protagonista la muerte, y el antagonista el amor, no la vida. Ya que nunca nos sentimos más inmortales que cuando realmente amamos.
O quizás el antagonista no sea el amor en sí, sino una enfermedad patética del poco tiempo de vida del ser, en la que deseamos que la otra persona nos jure algo que ni ella posee: la vida eterna, el amor eterno, te voy a amar til the end y más.
Y de aquí, mis amigos, nace la obsesión del amar.
Es intentar conseguir lo que, en sí, no existe.
Barco Varado no tan Anclado.
Estaba en el medio del mar, luchando entre olas y huracanes, un bote con forma casa que no tenía puertas, sólo techo.
De las ventanas salían dos brazos enormes con los cuales remaba y cada mano tenía 6 dedos de pato. No sabía muy bien a dónde iba, pero sabía que tenía que ir 45 grados al sur y doblar en la primera isla con forma de sombrero que encontraba.
Desesperado por tocar tierra estaba el barco, porque unas tortugas galápagos le picaban el fondo. Y se encontraba urgido por evitar tantas cosquillas, que se asemejaban al aleteo de 1000 mariposas. Por otra parte, el Sol no daba descanso.
El Barco Fujibong se estaba cansando de su rumbo, necesitaba un suelo diferente.
Intentó tejer un par de alas con las plumas de un pájaro azul que lo seguía pero no funcionó, a penas se levantó unos metros y luego cayó al mar otra vez. Entonces decidió poner en práctica su imaginación para ver a dónde lo podía llevar.
Aparentemente ALGO muy inesperado, casi milagroso, surgió, porque en un abrir y cerrar de ojos, se encontró en un bosques de manzanas verdes que colgaban de larguísimas palmeras. Estiró la mano y agarró una de ellas.
La manzana tenía gusto a banana y eso lo trasladó a un mundo de sabores que nunca pensó que su imaginación era capaz de tanto.
Volvió a cerrar los ojos y estaba frente a una gran montaña cubierta de copos de azúcar rosa y de un salto voló hasta la punta. Se tiró al ver el sol con los ojos bien abiertos sin preocuparse en quedarse ciego o no.
Dormido se quedó y casi el último escenario apareció. Abriendo de a pocos sus ojos, caían en él pétalos de rosas rojas que lo hicieron sentir demasiado liviano. Y en otro Algo, el barco se transformó.
Era un Algo maravilloso, tenía forma de algo con colores muy fuertes y su brillo se reflejaba por donde pasaba. Se encontró con un espejo pero éste le dijo que no lo viera, que si lo veía iba a perder toda su hermosura e iba a transformarse en un simple potus.
Sin embargo, se vio y quedó sorprendido porque hermoso resultó, gracias al afro gigante que su creador imaginario le había imaginado.
Labios fugitivos. Tercera parte.
Tirando del cinto del jean azul gastado y roto en las rodillas, la llevó al baño público del aeropuerto Las Meninas. Despacio y gentilmente lo desabotonó y con fuerza bajó el cierre.
Una mano sostuvo a la otra con fuerza impidiendo que siguiese su camino, pero con una maniobra logró liberarse y con fuerzas estiró una remera que sutilmente voló y luego bajó con su energía contenida al mismo destino del cierre.
Tan fácil pareció robarle el control al control mismo y un maneje extraño la obligó a quedar de espaldas. La fuerza que la impulsaba en un lugar extraño se movía a la misma vibración de sus cabellos que rozaban con su piel mientras miraba la nada que el techo presentaba.
Intentó zafarse pero sus manos estaban inmóviles bajo una mano que con fuerza las sostenía, intentó mover sus piernas pero éstas estaban sujetas por otras piernas, cerró los ojos y sintió como una mano recorría su espalda y bajaba hacia su cintura.
Al poco tiempo, el toilette blanco se vió bañado de colores particulares, que parecen tener un gusto agridulce de dolor y placer, pero pronto un frió invadió la habitación y
la puerta se abrió.
En cada mirada había algo en particular que las delataba del crimen que habían cometido.
Labios fugitivos. Segunda parte.
En una cocina llena de chocolates rojos, posaban sobre un abdomen un gajo de naranja, una frutilla sin cabo y una cucharada de dulce de leche. Pronto desaparecían en el interior de una boca silenciosa y concentrada, dejando un rastro de vapor que desaparecía con el roce de una mano que suavemente dibujaba un garabato.
Un manjar se daba a la par que ollas, sartenes y cuchillos volaban, dibujando en este escenario un divino caos que desemboca en panzas llenas y saciadas. Mientras luz entraba por la ventana que una persiana americana intentaba tapar.
Tanto era el caos que una mano bruscamente busco detrás la cintura y decidió llevársela a un recorrido de camas y sábanas. Dos piernas peleaban su autoridad la una sobre la otra hasta que ganaban un espacio hacia dónde una pierna no podía llegar, y la fuerza controla la situación.
La pelea se dio por terminada cuando un fósforo se encendió para prender un cigarrillo entre dedos de uñas blancas. Se sentó y el horizonte de la cama por un largo rato observó. Se cambió y sólo se escuchó el ruido de la puerta principal que dejaba atrás un cuerpo, aparentemente, sin vida.
Vientos Algo que pasan por Todo.
Si bien el aire siempre se consideraba poca cosa en la ciudad Onomatopeyas, a veces en forma de viento parecía tener mucha fuerza. Y no sólo por arrastrar a sus habitantes, sino también por llevar y traer esperanzas, mentiras, verdades crueles y dolorosos tirones en piernas derecha. Estos vientos algo parecían tener, y ALGO los llamaron.
No todos los días los Algo eran iguales pero todos tenían algo en común, siempre había un Café con Leche que hacía que las tardes sean iguales sin importar que sea Domingo deprimido o Viernes de salida.
Con 3 de café, 1 de azúcar y taza de leche, las onomatopeya Ahitaviten! y Plaff, el ruidoso, todas las tardes compartían. Tenían una ley inviolable, ningún viento ofrecía el calor de la infusión para saber que hacer, ni adonde ir, excepto no repetir lugares.
De manera que subieron a un colectivo de aventuras que en desconocidos espacios solía parar.
Lo que las onomatopeyas no sabían era que al bajarse del colectivo les esperaba siempre una aventura de heladas y vientos huracanados al cual debían enfrentar. Pero en el medio de calles que iban y venían, siempre encontraban el destino al que querían llegar.
Aunque suene muy poco creíble, un domingo desolado cuando bajaron, se pegaron otro viaje que desembocó en un mar de brillante, con olas de colores y con personas de ricos olores.
Allí se sentían con vida de nuevo, no les importaba caminar en contra de la marea ni ir más rápido, solo caminaban. Tomaban aire fresco para caer un ratito en la realidad y luego volvían a entrar a ese mundo dónde la noche y el día parecían tener el mismo horario.
La tristeza pareció llegar cuando los soles se volvieron lluvias, los tirones se volvieron serios, la calza no se secó, una piñata apareció y una corazonada se esfumó.
El viento, esta vez, solo malas rachas arrastró para que Ahitaviten opte por sopas quick que sola tomó.
Pero Plaff siempre decía que el viento Algo cosas buenas traía, que sin importar las veces que entraran basuritas en los ojos después se ve mejor. Entonces sacó a Ahitaviten al viento para demostrarle que no siempre el viento Algo norte es igual al viento Algo sur y que debía dejarse llevar, que todo iba a pasar y por algo iba a mejorar.
Ahitaviten insistía en saber qué cosa eran esos vientos llamados Algo, como para que Todo pase por ellos.
Visitaron un viejo viento extranjero para obtener respuesta. Y solo tuvieron risas y alegrías.
Buscaron en distintas sillas y sillones, en tazas de todos los colores y hasta dos paraguas rompieron para ver si los vientos de Algo algo decían, pero Ahitaviten no obtuvo mas respuestas que seguir adelante riéndose. Plaff siempre acompañaba con la seguridad de que los vientos nada malos eran, todo lo contrario solo había que observar Algo.
Cuando un día, el cielo un sol parecía mostrar, un viento Algo norte gritó: ¡Nunca vamos a terminar de traer coincidencias o malos azares!
Plaff y Ahitaviten se detuvieron al escuchar eso, se quedaron observando unos minutos con la mirada perdida y luego igual siguieron caminando. Sólo los vientos fugaces guardan las respuestas.
Labios fugitivos. Primera parte.
Corriendo como una novia fugitiva, aunque no lo era, Uma salió de esa iglesia. Era la ceremonia más aburrida de toda la ciudad aparentemente, y sentió de repente una sensación que apretaba su muñeca: era su reloj marcando la hora de entrada a la Fiesta Cervecera en la casa de Mariquita.
La fiesta comenzaba a las 23:59, y Uma tenía 7 minutos para llegar a tiempo, de lo contrario, otro año mas se iba a quedar sin entrar. Corrió por la avenida menor de la ciudad, saltó árboles que se cruzaban en su camino y hasta nadó en un charco para acortar distancia. Se subió a un conejo y 23:58 en la puerta de la casa de Mariquita estaba, maquillada y pintada.
Se sacó esas ramitas que habían quedado en su cabellera y un perfume muy llamativo aclamaba su nombre desde la entrada. Agarrando un vaso de vino espumante blanco barato miró a su alrededor para captar esas maravillosas líneas de pasión.
Se acercó para poder ser la espectadora de la primera fila de esas extrañas trayectorias que dibujaban a su paso la mejor pintura que una noche de luces y sonidos le podían regalar.
Se acercó mas, un poco más quizás, hasta Uma se sintió sofocada por la fragancia que llamaba a su paso.
Siguiendo destellos de calor, furia y pasión, vio por fin a Liel y líneas de fragancia se volvieron líneas delineadas que marcaban fuertes miradas, una boca casi dibujaba y una postura estudiada.
El mundo de Liel se detuvo cuando una de sus manos tocó un vaso frío y al levantar la vista vio una mirada que no pudo sostener más que con una sonrisa, sintió un impulso de mil manos en su espalda y se dejó llevar hasta tener las pupilas de Uma tan cerca de las suyas que como un diafragma de cámara fotográfica se observaron con detalles.
Lentamente Uma agarró de la mano a Liel, acariciando a todo el recorrido de su brazo, la sujeto fuertemente y dijo: confía en mí.
Liel siguió a Uma hasta el pasillo que cortaba la fiesta con la cocina y casi como un único ser entraron en una mesita de luz de una pieza que parecía tener varios o ningún uso.
Sin perder las miradas se acostaron junto al reloj de cuerda que marcaba la música de la noche, y en un Tic sus manos se unieron, y en Tac sus bocas jugaron a las escondidas.
Labios, párpados, perfumes, pestañas negras se sumaron al juego de a 2. Mientras corpiños, ligas, cierres y pantalones se retiraban del cajón.
Una mano se transformó en dos piernas y comenzó a recorrer los ojos, la boca, no hacía paradas solo caminaba como si paseara, a veces se perdía pero siempre encontraba un camino para llegar.
Engañoso es el Tic-Tac que se pasa rápido cuando el tiempo es bueno y lento en calvarios. Pronto marcó las 6:32 am y dado por terminada la sesión, cada prenda a su lugar volvió.
Un Levi muy Elvis
Si bien todos los cuadros tenían patas que los sostenían, más se movían los personajes dentro de ellos.
De noche, todos ellos se las ingeniaban para poder bajar, si bien no tenían escalera, todos tenían alguna característica que lo ayude a llegar al piso: largos gorros, interminables cabellos, piernas grandes o simplemente eran tan bajos que bajar un poquito mas no les costaba nada.
Para alguna extraña razón, todos disfrutaban de estar abajo juntos, dándose calorcito.
Sólo un personaje no lograba ir nunca: Levi.
Su mundo era tan imaginario que solo una cabeza podía bajarlo, alguna cabeza que tuviera el poder de imaginarlo, pero nadie allí parecía lograrlo.
Los personajes de la ciudad expuesta no tenían la cabeza para que semejante imaginación cupiera. Levi no sabía cuanto duraría su calvario de no sentir libre. Y se encontraba en una paradoja, ya que solo podía ser libre dependiendo de otro.
Intentó bajar de mil formas, hasta probó imaginarse a sí mismo abajo, porque hasta la propia imaginación puede imaginar, pero aún así solo consiguió flotar hacia un mundo en el cual había Levis, Elvis, Viles y hasta una Live, pero no logró mucho y solo volvió a estar.
Una noche decidió pintar un globo de fluorescente para ver si lograba captar la atención de alguien de abajo, quería hacerse notar, quería ver si alguien tenía la capacidad de mirar para arriba sin prejuicios ni confundirlo con un planeta más.
Fue entonces cuando el duende del cuadro 32 pispeando si la pitufina del cuadro 23 había salido, vio a Levi que era del cuadro 24, solo y llorando.
El duende fue hasta allí y tiró su gorro al óleo de Levi, pero Levi quiso decirle que debía imaginarlo y solo salió de su boca un: Elvis!
El duende, muy confundido, no entendió lo que este personaje quería decirle. Desentendido y cansado volvió a dormir en su bosque de rosas que su cuadro 32 presentaba.
Esa noche, el duende soñó entre pájaros y árboles, rayas y manchas, sombreros y corpiños, hasta que un ¡Elvis! logró escuchar a lo lejos. Era Levi que venía corriendo. Llegó hasta el duende y le dijo Popa! Empujándolo.
Juntos empezaron a correr dando lugar al juego. Después de idas y vueltas, Duende quiso popear a Levi, pero este se desvaneció. Al despertarse descubrió que no lo podía tocar, porque Levi está compuesto por ideas, no por moléculas.
Esa noche, Duende todavía aturdido bajó y decidió pedirle a un Sensible del cuadro 13 que estaba muy solo que intentara imaginar a un amigo fiel que responda al nombre de Levi, el Sensible cerrando los ojos muy fuertes comenzó a imaginarlo. Puso sus miedos, alegrías y emociones todas juntas y las mezcló y de ellas salió un animal jopudo de gran contextura.
Primero aparecieron unos enormes ojos y se cubrieron de pelo hasta el suelo, y luego una enorme boca con unos dientes muy afilados gritó Levi muy felizmente.
Levi pronto apareció "abajo", había logrado tomar una mejor forma, sin tener masa. Levi podía ahora, todas las noches, salir de fiesta, gracias a que Duende, Sensible y un par de personajes más, hacían volar su mente todos los días con cuentos de Levi.
Mar de marionetas.
[Este cuento va dedicado a una gran amiga. No se pretende excluir a nadie, pero sólo los entendidos podrán reconocer los detalles. Si ud no es un entendido, disfrute de los placeres de volar.]
Las extrañas vivencias de la familia Pequeña tenían lugar cada día del año en el sur de la ciudad. Normalmente raros transcurrían sus días de noche a mañana, de tarde a amaneceres de macetas y paredes.
Esta familia de Marionetas se caracterizaba no por no tener hilos que los manejen, sino que sus manejes estaban mezclados de hilos. Los hilos blancos ataban los problemas, los hilos rojos enredaban amores, los verdes crecían de vida y los amarillos abrían puertas a los bosques.
Nada sucedía normal en este lugar. Sólo se podía entrar desde atrás, el perro era un chihuahua gigante, siempre había ranas sin vida por doquier y la madre era una niña.
Tan poco convencional era esta familia y sus hilos estaban tan mezclados, que el día que tuvieron un problema, estuvieron felices. Festejaban si Argentina perdía y lloraban lágrimas de madera cuando los pollos florecían.
Siempre tan felices que hasta a veces se aburrían, inventaban historias y después hacían de cuenta que las vivían. Iban en tren de la cocina al baño y del baño al bar de la pared a tomar vino en copas del tamaño de un dedo meñique. Por las noches iban al espacio en una linterna, le daban una vuelta al sol, paraban en plutón para ver las estrellas de una canción y terminaban bailando una extraña clase de amor junta a un velador.
Pero un día el tren no pasó, la linterna se apagó y la bombita del velador se quemó.
Los hilos de los Marionetas se habían cortado con un tijeretazo de realidad, perdieron colores y caminos.
Pronto se sintieron perdidos y decidieron observar a las personas Normales, para poder seguir con sus vidas.
Pero se dieron cuenta que se aburrían demasiado siguiendo a los demás en su Normalidad, todo iba de negro a blanco y los grises parecían eternos.
Decidieron intentar no hacer nada, quedarse como cactus mirando al sol. El ocio pronto se volvió en depresión. Los hilos que quedaban comenzaron a enredarlos a ellos mismos, los brazos se ataban con los pies y los tobillos se chocaban con las mejillas.
Pero un día Mario Marioneta, quien poseía un corazón muy Grande a pesar de ser de Madera, le dijo a su familia que tenían que no necesitaban controlar esos hilos y que deberían sentirse libres de la magia que los obligaba a ser extraños y enredados para liberarse de seguir a los Normales.
De a pocos movimientos fueron encajando en la realidad que los rodeaba sin dejar de ser normalmente raros, ahora iban todas las lunas de la noche a tomar capuchino con mate cocido y con cada amanecer nacía un nuevo hilo de alguna madera extremidad y hacia el sol iba.
Eran los Normales más mágicamente raros de la Ciudad Rosa.
Enloquecidamente enceguecidos y tranquilamente felices.
Aquel día que las nubes se cansaron de flotar, los seres del planeta La Tierra, al levantarse, creían haber muerto. Enceguecidos gritaban que este era el dia del Final Juicio. La mayoría no podía ver ni a un metro, muchos no veían sus manos y creían haber sido mutilados, otros comenzaron a pensar que eran fantasmas.
Sin embargo, un pequeño grupo de gente no se dio cuenta del cambio. Amanecieron felices, y no se dieron cuenta de la tragedia que su pueblo veía.
Los Felices podían ser vistos todas las noches dándole vueltas a la Luna. Pero si alguna noche alguno se quedaba dormido soñando con Ilusiones al otro día se levantaba más enceguecido que los mismos Enceguecidos y la niebla se tornaba oscura.
De a poco, los Enceguecidos empezaron a exigir sus posesiones, porque en realidad sólo eso les preocupaba, y maldiciendo que ciegos no podían encontrarlas, desataron el caos. Los Felices se mantuvieron callados por unos pocos minutos viendo a los otros lanzar puños a la niebla como necios, hasta que uno de ellos decidió hablar con todos los seres. Y para esto, se subió al Sol.
Desde allí relató unos cuentos hermosos que nadie entendía y hablaban que la tierra y cielo eran lo mismo. Que creían haber conocido personas que eran Ángeles, recorrido lugares que parecían paraísos y vivido cosas que en las que duda todo lo que sabe.
Por ultimo, Feliz, intentó calmar a la gente diciendo que la Tierra y el Cielo son lo mismo, y por eso, merecían vivir unidos sin importar sus diferencias de humores o complementos.
De a pocos los enceguecidos empezaron a adaptarse a la niebla, hasta que se hallaron en el disfrute de esta. Como era de esperar, los problemas siguieron, los Enceguecidos volvían a encontrar problemas, y hasta incluso, muchas veces seguían viendo la niebla, quizás hoy la veían de otro color.
Destino incompleto.
En el quinto piso del quinto edificio de la mano derecha de la quinta avenida en la Nueva City en una habitación de 4 paredes pero 5 rincones se encontraba una valija con moho, vieja y vacía esperando ser llenada de 6 cosas que pudieran convivir entre ellas pero a la vez que no se necesitaran entre sí en caso de ser perdidas en alguna estación.
El día llegó en el que un libro sin letras, un amor muerto, un perfume sin fragancia, lágrimas, acordes sin notas y un cuento sin final, formaron una unión perfectamente desperfecta capaz de, a través de universos, atraerse entre sí para formar su propia tristeza compartida y darle nuevamente vida a la valija enmohecida.
Destino desafortunado que la valija se abrió por el tropezón de su portadora cuando bajaba las escaleras, esparciendo todas sus bellezas sin gusto al mundo. Cada pieza incompleta siguió su propia suerte, yendo a parar a diversos caminos fortuitos:
El libro sin letras cayó en manos de un niño;
El amor muerto al olvido;
El perfume sin fragancia a una cama desordenada;
Los acordes sin notas a una guitarra desafinada;
Las lágrimas se secaron instantáneamente y en aire se convirtieron;
Y el cuento sin final al infinito fue.
Sin embargo, el destino siempre inquieto, se movía disconforme entre fortunas, caminos, deseos y energías., haciendo de las atracciones de estos objetos un solo poder inmenso.
Y fue así como el libro volvió a la valija con nuevas historias para el placer de todos entretener, el perfume volvió con olores indescriptibles que llenaron de pasión las paredes, el amor muerto volvió con aires de superado pero feliz, las notas trajeron música, las lágrimas que se convirtieron en suspiros y el cuento....el cuento ha llegado a su fin.
Día de locos.
Más allá del tiempo, en una isla de días, los Martes convivían cariñosamente con los Miércoles; por otro lado, los Jueves y Viernes se mantenían muy unidos, y siempre peleaban por ser ellos los más importantes del País Semana. El más querido, sin embargo, era Sábado ,y Lunes, aunque estaba lejano, le chupaba las medias.
Todos los Días corrían normalmente, cada Día le seguía al otro. Así se manejaba este País.
Pero había un Día que se sentía discriminado, era Domingo. Pues su nombre no rimaba con los otros, y se consideraba el principio y fin de todo el País Semana.
Nadie lo creía importante porque no tenía compañero, pero tampoco lo dejaban libre para poder irse de la isla Días
Como Martes, Miércoles y Jueves empezaron a ayudar a Domingo para que no se sienta tan solo, Lunes se puso celoso y decidió correrse de lugar y dejar a Viernes en lugar de él, ya que quería estar cerca de Sábado.
Esto trajo un caos a todo el País semana, tanto fue el problema que, hasta el continente Mes y el mundo Año se revolucionaron.
Se desataron guerras de Días y Meses, Año empezó a ir más lento y los días empezaron a cansarse. Pronto Martes se confundía con Diciembre, Febrero se mezclaba con 1890 ,y 2010 pensaba que era infinito.
Viernes no quiso darse por vencido y, juntando varios seguidores, recurrió a Lunes para pedirle que se intercambien de lugar, de manera de ponerle un fin a esto.
Lunes los miró de reojo y dijo: “Yo voy a volver a mi lugar siempre y cuando Domingo siga siendo el más aburrido de todo el País, del continente y hasta de todo el Mundo Año”.
Días, Meses, Años y Viernes, lo pensaron y dijeron que iban a acceder siempre y cuando Domingo lo aceptara, ya que ellos no podían obligarlo.
Domingo escuchó la propuesta atentamente y desganado, aceptó volver a su lugar pero con la condición que Lunes no se diera vuelta para mirarlo. Ningún Lunes tenía derecho a recriminar lo que hacían los Domingos y nunca un Lunes podía sentirse como un Domingo.
De a poco, todo volvió a la normalidad. Pero ahora el discriminado del País Semana y hasta odiado, pasó a ser Lunes. El resto de los días aprendieron a aceptarse y no quejarse del lugar que les tocó.
Suelos y suelas.
Vivía en el balcón de un alto edificio de 16 pisos con forma de cuadrado ovalado que se mezclaba con el cielo turquesa, una zapatilla que deseaba correr e ir más lejos que el pobre paisaje cementoso que su lugar presentaba, ya que un techo plano poco movedizo tapaba toda vista posible al despejado.
Había terminado viviendo ahí porque alguien se enojó con el mundo entero y decidió mandar a sus zapatillas a volar y su compañera izquierda no logró llegar.
Sola se encontraba esta zapatilla entre despecho del portador y el desafortunado destino que no quiso ver aquel par de zapatillas juntos.
Maldita maldición que sentía la zapatilla, ya que sin su media no podía correr y su burbuja de aire en su interior, como una cámara, se había desinflado.
Pronto empezó a sentir olores nauseabundos y hongos que afloraron en su interior, porque el señor Sol no deseaba pelear con la sombra.
Como no sabía qué hacer, decidió pedirle ayuda a su vecina, zapato de taco aguja de cuero rojo de pie izquierdo talle 38.
Sin importar las diferencias de tacos o plantillas, de suelas o cordones, formaron un par que se embarcó en la aventura de puertas, picaportes, pasillos, ascensores y palieres.
Comenzaron a confiar en su suerte, tanto que atravesaron la Principal Puerta, sin saber que esa mañana a esa hora venía retrasado un Recolector de Basura que justo se tropezó, se manchó la camisa con mostaza, se quejó y gritando vio al par desapareado.
El destino jugó una mala pasada o puede ser que, éste los esperaba desde hace mucho tiempo para saldar cuentas viejas.
Quizás hubiese sido todo diferente si ambos no se juntaban o si no se aventuraban o si recolector no se atrasaba ni se tropezaba ni los veía.
Pero se dio. Vivía en el balcón de un alto edificio de 16 pisos con forma de cuadrado ovalado que se mezclaba con el cielo turquesa, una zapatilla que deseaba correr e ir más lejos que el pobre paisaje cementoso que su lugar presentaba, ya que un techo plano poco movedizo tapaba toda vista posible al despejado.
Había terminado viviendo ahí porque alguien se enojó con el mundo entero y decidió mandar a sus zapatillas a volar y su compañera izquierda no logró llegar.
Sola se encontraba esta zapatilla entre despecho del portador y el desafortunado destino que no quiso ver aquel par de zapatillas juntos.
Maldita maldición que sentía la zapatilla, ya que sin su media no podía correr y su burbuja de aire en su interior, como una cámara, se había desinflado.
Pronto empezó a sentir olores nauseabundos y hongos que afloraron en su interior, porque el señor Sol no deseaba pelear con la sombra.
Como no sabía qué hacer, decidió pedirle ayuda a su vecina, zapato de taco aguja de cuero rojo de pie izquierdo talle 38.
Sin importar las diferencias de tacos o plantillas, de suelas o cordones, formaron un par que se embarcó en la aventura de puertas, picaportes, pasillos, ascensores y palieres.
Comenzaron a confiar en su suerte, tanto que atravesaron la Principal Puerta, sin saber que esa mañana a esa hora venía retrasado un Recolector de Basura que justo se tropezó, se manchó la camisa con mostaza, se quejó y gritando vio al par desapareado.
El destino jugó una mala pasada o puede ser que, éste los esperaba desde hace mucho tiempo para saldar cuentas viejas.
Quizás hubiese sido todo diferente si ambos no se juntaban o si no se aventuraban o si recolector no se atrasaba ni se tropezaba ni los veía.
Pero se dio.
El tiempo, la vida y muchos conceptos más.
Carnavalife Crisman.
En una galaxia llamada Eufórida, había una nebulosa que estaba en plena expansión, dentro de ella se estaban empezando a encender algunas de sus estrellas...
Una de esas estrellas era un mini sistema solar con solo 4 planetas: dos de fuego, uno seco como una roca, y el cuarto….el cuarto era brillante y hermoso, lleno de vida.
En este pequeño planeta llamado Crisman habitaban Los Crismanes, pequeñas personas de carácter muy especial.
Cada Crisman cumplía un rol especial con el cual ya nacía y era necesario para darle vida día a día al pequeño plantea, ya que, a diferencia del resto de los planetas, éste por su hermosura no llegaba a poder cumplir con sus funciones de planeta, sino que necesitaba energía simbiótica de sus habitantes.
Cuando un Crismán dejaba de cumplir su tarea por un día, el planeta se detenía causando un efecto de envejecimiento en todos sus habitantes, lo cual era terrible ya que en un día de estos producía un envejecimiento de 4 años para cada Crismán que contaba con 23 años de vida.
Para mantenerse todos felices recurrían a sus amaneceres colmados de colores azules
Turquesas, donde todos los Crismanes levantaban sus pequeñas manos al cielo para cargarse de energías.
Cuando el sol caía volvían a elevar sus manos para dejar ir todos sus colores y así teñir
al planeta de brillantes auroras polares.
Para el planeta Crismán, que se valía con lo justo para mantenerse hermoso, una fuerza maligna ejercía una fuerza justa para llegar a un equilibrio de cosas buenas y malas.
La profecía relata que cada 14 años, nace un Crismán Malo que se encargaba de desequilibrar las cosas para que el resto.
Un día, este profeta Crismán Malo decidió tocar algo que nunca nadie antes había tocado, algo sagrado para Los Crismanes: La Caja Fanítula, una pequeña caja poderosa de contenido misterioso y desconocido para cada habitante.
Crisman Malo no solo decidió mirar lo que había adentro, sino que, sin querer quizás queriendo la rompió y de ella saltaron todas las emociones que componían al planeta.
Corrían, entonces, llantos donde tenían que haber sonrisas; había peleas en vez de abrazos; cosquillas molestando a los enojados; y vergüenzas sonrojando a los divertidos.
Todos estaban tan alarmados con lo que había pasado que decidieron detener sus tareas para ponerse a juntar las emociones que corrían por doquier.
Rápidamente los días-años fueron pasando en ellos, se volvían viejitos ya sin fuerzas para poder seguir corriendo a las emociones.
Una rebelión pronto surgió. Los Crimanes decidieron dejar a las emociones ser y seguir con sus tareas a pesar de la existencia de ellas.
Con el pasar del tiempo, se dieron cuenta de que no era nada malo tener emociones correteando por ahí ya que hacía de todos sus días un día distinto al anterior y sus rutinas podían cambiar de color día a día.
Señor Marioneta
Había una vez una vez un señor muy enojón, que vivía solito en una casa muy grande.
Nunca quería salir de su casa, porque decía que su casa no quería dejarlo salir. Todos los días algún vecino se acercaba, tocaba el timbre y nada, pasaban al rato y nada, nunca salía el señor, solamente se dignaba a gritar desde adentro que lo dejen solo, que no lo molesten y que su casa lo cuidaba.
Después de un tiempo, su casa de a poquito le iba cerrando puertas.
Un día lo dejó sin ir al patio, y sus plantas se fueron muriendo. Otro día se cerraron las puertas de su taller donde el pintaba soldaditos de madera y sus soldaditos se pusieron negros. Así se le fueron cerrando las puertas, hasta dejarlo solo y encerrado en su pieza, donde solo contaba con su cama y el baño. Hasta las ventanas se pusieron opacas.
Pero… un día! un rayo de Sol entró tan fuerte por la ventana que lo hizo ver algo que no había visto antes.
El señor pronto vio los colores de los cuales estaba pintada su casa. Los colores de su pieza eran tan brillantes que tenían luz propia y ese día los descubrió.
Le dio tanta felicidad ver eso, que de a poco las puertas solitas se fueron abriendo, a medida que dejaba entrar al sol, podía ver los colores de su casa, colores que no había visto nunca, colores casi imaginarios, colores que se mezclaban con el aire y formaban estelas en el techo.
Estaba tan feliz el Señor de tener una casa así que quizo compartirla, entonces con todos su miedos abrió la puerta del frente y empezó a dejar pasar de a poco a sus vecinos, pero solo unos pocos podían ver esos colores y los pocos que los podían ver eran los que siempre querían volver a visitarlo.
El señor se dio cuenta que su casa era el reflejo de todas las cosas hermosas del mundo. Todas las cosas que en su vida fue viviendo y las fue guardando ahí, solo que de viejito dejó de verlas, pero ahora las podía recordar como si las volviera a vivir.
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